sábado, 17 de febrero de 2018

GOETHE, Los sufrimientos del joven Werther

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Los sufrimientos del joven Werther.  Símbolo del primer Romanticismo.

-       Argumento: Historia de un fracaso amoroso. Werther, ante la imposibilidad de alcanzar el amor de Lotte (prometida y luego casada), se suicida.

-       Narración autobiográfica: Permite el análisis introspectivo del personaje.
1.     Cartas dirigidas a su amigo Wilhem (voz de la razón) y Lotte (su amor imposible).
2.     Fragmentos de su diario íntimo.

-       Personaje: Werther es el prototipo del héroe romántico. Aventurero, inconstante, insaciable, trotamundos, sentimental, fatalista, apasionado, desgarrado…

-       Estilo: continuos lamentos, interminable repertorio de exclamaciones, castos suspiros, fluir de lágrimas, invocaciones…

-       Trascendencia:
1.     Trascendencia literaria: El libro ampliamente leído en su época, incluso aparece mencionado en el Frankenstein de Mary Shelley. Por otro lado, supuso un importante modelo como novela epistolar (Jane Austen, Bram Stoker en su Dracula)
2.     Trascendencia social: el libro tuvo un éxito extraordinario en toda Europa, imponiendo entre la juventud una moda en el vestir (azul y amarillo, traje con el que muere Werther), en el hablar y hasta en la salida extrema del suicidio.


LECTURA DE FRAGMENTOS.

16 de julio.
¡Oh, y cómo me corre la sangre por todas mis venas cuando impensadamente rozan mis dedos los suyos o nuestros pies se encuentran por debajo de la mesa! Me aparto como el fuego, y un secreto poder me obliga a acercarme de nuevo. ¡Y qué vértigo el que me marea todos mis sentido!.... ¡Oh…, y su inocencia, su alma despreocupada, no siente cuánto me hacen sufrir sus pequeñas confianzas! Cuando, conversando los dos, pone su mano encima de la mía, y en la animación del diálogo  se me acerca más, hasta el punto de sentir yo el divino aliento de su boca en mis labios…, creo rodar por tierra cual herido del rayo. Y, Wilhelm, ¡si yo alguna vez me atreviese a ese cielo, a esa confianza! Ya me entiendes. Pero no; mi corazón no está tan corrompido. Débil, sí. Harto débil. Pero ¿eso no es ya corrupción?
Ella es para mí sagrada. Todo deseo calla en su presencia. No sé jamás lo que me pasa cuando estoy a su lado; es algo así como si el alma me palpitase en todos mis nervios… Tiene una melodía que toca en el clave con todo el poder de un ángel, tan sencilla y tan ideal. Es su canción favorita, y a mí se me quitan toda pena, toda confusión y mal humor en cuanto percibo su primera nota.
No estimo inverosímil nada de cuanto dicen del antiguo poder de la música. ¡Cómo se apodera de mí ese sencillo canto! ¡Y cómo sabe ella más de una vez ponerse a tocarlo en el preciso instante en que yo estoy como para pegarme un tiro en la cabeza! Se disipan el error y la oscuridad de mi alma, y vuelvo a respira libremente.





LECTURA DEL FINAL DEL LIBRO.




A eso de las once, Werther preguntó a su criado si había regresado Albert. El criado contestó:
-               Sí, he visto pasar su caballo.
Entonces el amo le entregó una nota sin cerrar, con el siguiente contenido:
“¿Tendréis a bien prestarme vuestras pistolas para un viaje que tengo proyectado? ¡Que lo paséis muy bien!”
(…)             
El criado llegó con las pistolas a casa de Werther, quien las recibió encantado cuando oyó que se las había entregado Lotte. (…) Después de comer ordenó al criado que acabase de hacer el equipaje, rasgó muchos papeles, salió y dejó saldadas todavía algunas pequeñas deudas. (…) Volvió a casa al caer la noche y se puso a escribir:


“Quiero, Lotte, que me entierren con la ropa que llevo puesta; tú la has tocado y santificado (…) Que no se registren mis bolsillos. Aquel lazo de color rosa que tú llevabas en el pecho… Este lazo quiero que lo entierren conmigo. ¡Me lo regalaste el día de mi cumpleaños!...
Están cargadas… ¡Dan las doce!, ¡sea, pues! ¡Lotte! ¡Lotte, adiós!, ¡adiós!”
Un vecino vio el fogonazo y oyó el disparo, pero como todo volvió a quedar tranquilo no prestó mayor atención.
Por la mañana a las seis entra el criado con una luz. Encuentra a su amo en el suelo, la pistola y sangre. Le llama, le toca, ninguna respuesta, todavía respira. Va corriendo en busca del médico y de Albert. Lotte oye sonar la campanilla, un temblor recorre todo su cuerpo. (…)


Yacía inerte junto a la ventana, de espaldas al suelo, completamente vestido y calzado, con el frac azul y el chaleco amarillo. (…)
Permitidme que no diga nada sobre la consternación de Albert y el dolor de Lotte. (…)



Por la noche; hacia las once, le dieron sepultura en el lugar que él había elegido. El anciano siguió al cadáver, y sus hijos; Albert no pudo. Se temía por la vida de Lotte. Lo llevaron artesanos. No le acompañó sacerdote alguno.  



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