-
Los sufrimientos del joven Werther. Símbolo del primer Romanticismo.
- Argumento: Historia de un fracaso amoroso.
Werther, ante la imposibilidad de alcanzar el amor de Lotte (prometida y luego
casada), se suicida.
-
Narración autobiográfica: Permite el análisis introspectivo del personaje.
1.
Cartas dirigidas a su amigo Wilhem (voz de la
razón) y Lotte (su amor imposible).
2.
Fragmentos de su diario íntimo.
3. Hacia el final de la novela, encontramos los únicos fragmentos narrativos en 3ª persona.
-
Personaje: Werther es el prototipo del héroe
romántico. Aventurero, inconstante, insaciable, trotamundos, sentimental,
fatalista, apasionado, desgarrado…
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Estilo: continuos lamentos, interminable
repertorio de exclamaciones, castos suspiros (puntos suspensivos), fluir de lágrimas, invocaciones, preguntas retóricas…
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Trascendencia:
1.
Trascendencia literaria: El libro ampliamente leído en su época, incluso aparece mencionado en el Frankenstein de Mary Shelley. Por otro lado, supuso un importante modelo como novela epistolar (Jane Austen, Bram Stoker en su Dracula)
2.
Trascendencia social: el libro tuvo un éxito
extraordinario en toda Europa, imponiendo entre la juventud una moda en el
vestir (azul y amarillo, traje con el que muere Werther), en el hablar y hasta
en la salida extrema del suicidio.
LECTURA DE FRAGMENTOS.
16 de julio.
¡Oh, y cómo me corre
la sangre por todas mis venas cuando impensadamente rozan mis dedos los suyos o
nuestros pies se encuentran por debajo de la mesa! Me aparto como el fuego, y un
secreto poder me obliga a acercarme de nuevo. ¡Y qué vértigo el que me marea
todos mis sentidos!.... ¡Oh…, y su inocencia, su alma despreocupada, no siente
cuánto me hacen sufrir sus pequeñas confianzas! Cuando, conversando los dos,
pone su mano encima de la mía, y en la animación del diálogo se me acerca más, hasta el punto de sentir yo
el divino aliento de su boca en mis labios…, creo rodar por tierra cual herido
del rayo. Y, Wilhelm, ¡si yo alguna vez me atreviese a ese cielo, a esa
confianza! Ya me entiendes. Pero no; mi corazón no está tan corrompido. Débil,
sí. Harto débil. Pero ¿eso no es ya corrupción?
Ella es para mí
sagrada. Todo deseo calla en su presencia. No sé jamás lo que me pasa cuando
estoy a su lado; es algo así como si el alma me palpitase en todos mis nervios…
Tiene una melodía que toca en el clave con todo el poder de un ángel, tan
sencilla y tan ideal. Es su canción favorita, y a mí se me quitan toda pena,
toda confusión y mal humor en cuanto percibo su primera nota.
No estimo inverosímil
nada de cuanto dicen del antiguo poder de la música. ¡Cómo se apodera de mí ese
sencillo canto! ¡Y cómo sabe ella más de una vez ponerse a tocarlo en el
preciso instante en que yo estoy como para pegarme un tiro en la cabeza! Se
disipan el error y la oscuridad de mi alma, y vuelvo a respira libremente.
LECTURA DEL FINAL DEL LIBRO.
LECTURA DEL FINAL DEL LIBRO.
A eso de las once,
Werther preguntó a su criado si había regresado Albert. El criado contestó:
-
Sí, he
visto pasar su caballo.
Entonces el amo le
entregó una nota sin cerrar, con el siguiente contenido:
“¿Tendréis a bien
prestarme vuestras pistolas para un viaje que tengo proyectado? ¡Que lo paséis
muy bien!”
(…)
El criado llegó con
las pistolas a casa de Werther, quien las recibió encantado cuando oyó que se
las había entregado Lotte. (…) Después de comer ordenó al criado que acabase de
hacer el equipaje, rasgó muchos papeles, salió y dejó saldadas todavía algunas
pequeñas deudas. (…) Volvió a casa al caer la noche y se puso a escribir:
“Quiero, Lotte, que me
entierren con la ropa que llevo puesta; tú la has tocado y santificado (…) Que
no se registren mis bolsillos. Aquel lazo de color rosa que tú llevabas en el
pecho… Este lazo quiero que lo entierren conmigo. ¡Me lo regalaste el día de mi
cumpleaños!...
Están cargadas… ¡Dan
las doce!, ¡sea, pues! ¡Lotte! ¡Lotte, adiós!, ¡adiós!”
Un vecino vio el
fogonazo y oyó el disparo, pero como todo volvió a quedar tranquilo no prestó
mayor atención.
Por la mañana a las
seis entra el criado con una luz. Encuentra a su amo en el suelo, la pistola y
sangre. Le llama, le toca, ninguna respuesta, todavía respira. Va corriendo en
busca del médico y de Albert. Lotte oye sonar la campanilla, un temblor recorre
todo su cuerpo. (…)
Yacía inerte junto a
la ventana, de espaldas al suelo, completamente vestido y calzado, con el frac
azul y el chaleco amarillo. (…)
Permitidme que no diga
nada sobre la consternación de Albert y el dolor de Lotte. (…)
Por la noche; hacia
las once, le dieron sepultura en el lugar que él había elegido. El anciano
siguió al cadáver, y sus hijos; Albert no pudo. Se temía por la vida de Lotte.
Lo llevaron artesanos. No le acompañó sacerdote alguno.
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