lunes, 30 de octubre de 2017

ÉPICA ROMÁNICA: Chanson de Roland

Como hemos comentado, el Cantar de Roldán generó varios romances en nuestro Romancero viejo. Vamos a comparar los siguientes textos:
1. ¿Qué momento se cuenta en ambos textos?
2. Establece semejanzas y diferencias temáticas entre ambos.
3. Identifica en el Romance de doña Alda recursos literarios basados en la repetición.

Cantar de Roldán (vv. 3705-3721)
Llegó el emperador de su empresa en España

y ya se encuentra en Aix, la capital de Francia.

Ha subido al palacio, ha llegado a la sala,

y allí se acerca Alda, una bella doncella:

«¿Dónde está Roldán —dice—, ese capitán vuestro 5
 que me había jurado tomarme por esposa?»
Carlos siente dolor y una gran pesadumbre;

llorando está muy triste, tirando de su barba:

«Hermana, cara amiga, un muerto me demandas.

Mas yo te daré a cambio otro que tanto valga: 10
 hablo de Ludovico, no encuentro otro mejor.
Pues hijo mío es, y heredará mis marcas».

Pero Alda no responde: «No entiendo ese lenguaje.

¡No lo permita Dios, ni sus santos ni ángeles,

que después de Roldán yo permanezca viva!» 15
 El color ha perdido, cae a los pies de Carlos

y muere de repente. ¡Que Dios acoja su alma!
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 Romance de doña Alda
En París está doña Alda,
 la esposa de don Roldán,
 trescientas damas con ella
 para bien la acompañar:

todas visten un vestido,
 todas calzan un calzar,

todas comen a una mesa,
 todas comían de un pan.

Las ciento hilaban el oro,
 las ciento tejen cendal,
 ciento tañen instrumentos
 para a doña Alda alegrar.
Al son de los instrumentos
 doña Alda adormido se ha,
 ensoñado había un sueño,
 un sueño de gran pesar.
Despertó despavorida
 con un dolor sin igual,

los gritos daba tan grandes
 se oían en la ciudad.
 —¿Qué es aquesto, mi señora,
 qué es el que os hizo mal?
 —Un sueño soñé, doncellas,

 que me ha dado gran pesar:
 que me veía en un monte
 en un desierto lugar;
y de so los montes altos
 un azor vide volar,

tras dél viene una aguililla
 que lo ahincaba muy mal.
 El azor con grande cuita
 metióse so mi brial,

el águila con gran ira,
de allí lo iba a sacar;

con las uñas lo despluma,
con el pico lo deshace.

Allí habló su camarera,
bien oiréis lo que dirá:

—Aquese sueño, señora,
bien os lo entiendo soltar:
 el azor es vuestro esposo
que de España viene ya;

el águila sodes vos,
con la cual ha de casar,

y aquel monte era la iglesia –
donde os han de velar.

—Si es así, mi camarera,
bien te lo entiendo pagar.

Otro día, de mañana
 cartas de lejos le traen;
 tintas venían de fuera,
de dentro escritas con sangre,

que su Roldán era muerto
en la caza de Roncesvalles.
 Cuando tal oyó doña Alda
muerta en el suelo se cae.

Flor nueva de romances viejos, Espasa Calpe