La literatura no deja de sorprendernos. Hay ocasiones en que los astros de la casualidad parecen aliarse en torno a nosotros para decirnos justo aquello que debemos escuchar en cada momento. Mientras acompañábamos a Ulises por su accidentado viaje de regreso a su patria, Ítaca, dos autores nos recuerdan la importancia de este simbólico lugar. Primero fue Kavafis y ahora, la recién galardonada con el premio Nobel de Literatura, Louise Glück.
ITACA
El amado no
necesita estar vivo. El amado
vive en la cabeza. El telar
es para los pretendientes, encordado
como un arpa con el hilo blanco de un sudario.
Él era dos personas.
Era el cuerpo y la voz, el sencillo
magnetismo de un hombre vivo, y también
el desplegado sueño o imagen
a los que da forma la mujer que trabaja el telar,
que se sienta ahí en un salón lleno
de hombres sin imaginación.
Igual que le tienes lástima
al engañado mar que intentó
llevárselo para siempre
y solamente se llevó al primero,
al verdadero marido, debes
tenerle lástima a estos hombres: no saben
lo que están mirando;
no saben que cuando uno ama de esta forma
un sudario se convierte en un traje de novia.
Praderas, ed. Pre-textos. Traducción de Andrés Catalán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario