En principio, se presentan como adaptaciones fieles de los originales helenísticos:
- Mantienen la trama: "chico consigue chica".
- Recogen personajes típicos:
- Se ambientan en la antigua Grecia.
- Se resuelven con un final feliz (los antipáticos acaban burlados o apaleados, como una crítica a las clases acomodadas).
Pero en realidad son híbridos pensados para complacer al público ruidoso y festivo de Roma, que entre risas y bromas, empezaba a romper las resistencias conservadoras y a aceptar que la nueva sociedad romana era el primer ejemplo de globalización gracias a sus conquistas. Los autores teatrales dejaron un mensaje claro: "también lo que adoptamos de otras partes nos hace ser quienes somos."
Euclión: (Solo.) Por fin me decidí hoy a hacer el esfuerzo de agasajarme con motivo de la boda de mi hija. Voy al mercado y pregunto el precio del pescado. Me lo dicen: está caro; la carne de cordero cara, la de buey cara, la de ternera, el atún, la del cerdo, todo está caro; y tanto más caro cuanto que yo no tenía un céntimo. Me voy de allí furioso porque no tenía con qué comprar. A todos esos asquerosos les he dado un buen chasco. Después, por el camino, me he puesto a pensar para mis adentros: «Si derrochas el dinero los días de fiesta, podría tocarte pasar privaciones los demás, a no ser que hayas ahorrado». Después de hacer estos razonamientos a mi estómago y a mi mente, mi voluntad se sumó a mi opinión de celebrar la boda de mi hija con el menor gasto posible. Solo he comprado este poco de incienso y estas coronas para ponérselas en el hogar a nuestro Lar para que bendiga la boda de mi hija. Pero ¿cómo es que estoy viendo la puerta de mi casa abierta? Y ¡vaya jaleo que hay dentro! Pobre de mí, ¿me estarán saqueando?
Congrión: (Desde el interior de la casa.) Ve a pedir, si es posible, una olla más grande a los vecinos: esta es pequeña y no tiene capacidad suficiente.
Euclión: ¡Ay de mí! Me están robando el oro, están buscando una olla. (Entra en casa.)
Congrión: ¡Socorro! ¡Pobre de mí, nos ha molido a palos a mí y a mis ayudantes! No he visto en ninguna parte repartir leña con tanta generosidad: ¡menuda ración de palos nos ha dado a mí y a estos antes de echarnos de casa!
Euclión: Vuelve. Te voy a denunciar a los triunviros.
Congrión: ¿Por qué motivo?
Euclión: Porque tienes un cuchillo.
Congrión: Es natural: soy un cocinero. Hemos venido a guisar para la boda.
Tras esta escena de humor basado en el equívoco y el humor evidente, se producen una serie de lances combinando la avaricia de Euclión con una pequeña historia de amor: Fedra no quiere casarse con Megadoro, sino con el joven Licónides, sobrino de este. El público, claro, tomará partido a favor de uno de los pretendientes. La obra acaba desembocando en un final feliz: Megadoro renuncia a Fedra a favor de su sobrino, y este restituye a Euclión su preciada olla a cambio de la mano de Fedra.
¿Os suena de algo este argumento?
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