domingo, 26 de abril de 2020

NARRATIVA NORTEAMERICANA: Mark Twain y Herman Melville

¡Buenos días, chicos! Empezamos la semana. 

ACTIVIDAD. CONCURSO. 
Como os prometí, algo íbamos a hacer con vuestras fotos del Día del Libro. Pues bien, se trata de un pequeño concurso. Vamos a comprobar cuánto conocéis de vuestros compañeros y sus gustos literarios. Ved el vídeo y rellenad la ficha diciendo quién se esconde detrás de cada libro. Se premia la participación (enviádmelo al correo electrónico). Espero que os guste, tanto como a mí, veros de nuevo. Ah, y cuidado, alguien se ha colado por ahí. Mañana las respuestas correctas.




  
RESPUESTAS: DÍA DEL LIBRO
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2ª ACTIVIDAD. LA LITERATURA NORTEAMERICANA. 

Seguimos nuestro viaje literario: en el eje temporal nos movemos por el último tercio del siglo XIX; en el eje espacial, nos vamos a EEUU. Ya conocimos al primero escritor norteamericano, aunque de padres europeos: Edgar Allan Poe. Pues bien, ahora vamos a conocer a dos autores esenciales en la literatura norteamericana que empieza a gestarse en esos momentos: Mark Twain y Herman Melville. Pero primero algo de historia: 

CONTEXTO HISTÓRICO Y CULTURAL.

Desde su declaración de Independencia en 1776, Estados Unidos vive una serie de hechos que marcan su historia (es un país muy joven que comienza a poner sus cimientos y esto se nota también en su literatura):
-               La conquista del Oeste (habréis visto decenas de películas dentro del género del western).
-               La lucha contra la esclavitud.
-               La Guerra de Secesión…

La literatura norteamericana, al margen de los movimientos europeos (Romanticismo, Realismo), va a vivir una época de esplendor denominada: La edad dorada. Los libros de Twain y Melville son de lectura obligada en EEUU y nos hablan respectivamente de la esencia del pueblo americano. 

LOS AUTORES. 

Herman Melville, autor nacido en Nueva York, nos va a contar parte de sus experiencias personales como grumete y sus viajes a bordo de un barco ballenero, que recorrió varias islas del Pacífico. El espíritu aventurero está recogida en su novela Moby Dick, todo un clásico de la Literatura Universal.

En el caso de Mark Twain, se centra en los estados del Sur, en torno al río Mississipi (espacio casi mítico en su obra) y plantea temas tan controvertidos en ese momento como el rechazo a la esclavitud de los negros. Además, recoge en sus obras el lenguaje propio de los estados del Sur y del Oeste, por lo que es considerado “el primer escritor verdaderamente norteamericano”. No obstante, en la actualidad, su lenguaje se ha visto envuelto en la polémica. Algunas editoriales, a petición de numerosos profesores de instituto, han optado por eliminar la palabra "nigger", que se podría traducir como "negrata", sustituyéndola por la más neutral "esclavo". Justifican tal decisión porque consideran que las obras de Twain no son aceptables en las aulas por su "lenguaje racial ofensivo".
¿Qué pensáis al respecto? 


Como sabréis, prácticamente todas las novelas de los principales autores norteamericanos cuentan con versiones cinematográficas (es lo que tiene que la gran industria del cine naciera en EEUU). Supongo por ello, que habréis visto películas o dibujos de Tom Sawyer, Huckleberry Finn o Moby Dick. Pues, bien, hoy toca leer. 

La actividad de hoy consiste en lo siguiente

Os voy a poner dos fragmentos del comienzo de Moby Dick y de Las aventuras de Huckleberry Finn. Debéis consultar el libro de texto de Casals, pág. 272, para averiguar a qué título corresponde cada fragmento. A continuación, e investigando un poco sobre el argumento, debéis decirme cuál de las dos os gustaría leer (tranquilos, no hay que leerlas, es solo que me digáis cuál creéis que os gustaría más) y por qué. 

TEXTO 1. 
Tú no sabes nada de mí si no has leído un libro llamado Las aventuras de Tom Sawyer, pero eso no tiene importancia. Ese libro lo hizo el señor Mark Twain, y la mayor parte de lo que contó es verdad. Hubo cosas que exageró, pero la mayor parte de lo que dijo es verdad. Eso es lo de menos. Yo nunca he visto a nadie que no mienta de vez en cuando, como no fuera la tía Polly o la viuda o quizá Mary. La tía Polly –la tía de Tom, quiero decir- y Mary y la viuda Douglas, ese libro habla de todas ellas y es principalmente un libro que cuenta la verdad, pero con algunas exageraciones, como ya he dicho.
Bueno, pues el libro ese acaba de esta manera: Tom y yo encontramos el dinero que los ladrones escondieron en la cueva y nos hicimos ricos. Recibimos seis mil dólares cada uno…, todo en oro. Era un montón espantosos de dinero cuando estaba allí todo junto. Pues bien, el juez Thatcher lo cogió y lo puso a interés, y eso nos daba a cada uno un dólar al día durante todo el año entero…; tanto dinero que una persona no sabría qué hacer con él. La viuda Douglas me adoptó como hijo y creía que iba a civilizarme; pero era duro vivir dentro de la casa todo el tiempo, considerando lo aburrida, normal y decente que era la viuda en todas sus costumbre, y así, cuando no pude aguantarlo más, me escapé. Me puse otra vez mis  trapos viejos y volví a dormir en mi barril de caña y fui libre y feliz. Pero Tom Sawyer me buscó y me dijo que iba a organizar una banda de ladrones y que yo podría unirme a su banda si volvía con la viuda y me hacía una persona honrada. Así que regresé.
TEXTO 2.

"Llamadme Ismael («Call me Ishmael»). Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano.




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