1.
Bohemios.
Bohemia: El término proviene del latín bohemius y se asocia al estilo de vida que
se aparta de las convenciones sociales y que privilegia el arte y la cultura
sobre las cosas materiales.
Los bohemios: un artista con apariencia despreocupada, poco cuidada,
frente a la ostentación burguesa. Inclinación a la soledad, al desarraigo, el
alcohol, las drogas… Los lugares de encuentro eran los cafés menos
frecuentados, donde se reunían a discutir las tendencias culturales, las ideas,
la política… Especialmente, en París.
Este término se relaciona con Bohemia, región
de la República Checa de donde partieron numerosos grupos de gitanos hacia
otros países europeos. Los gitanos, al igual que los artistas del siglo XIX,
vivían con valores sociales diferentes a los de la burguesía conservadora.
Obras
significativas son: la ópera La Bohème,
Giacomo Puccini o Luces de bohemia,
Valle-Inclán.
2.
Dandis.
La figura del dandi hace referencia a un
hombre refinado en aspect, vestimenta, modales y lenguaje.
«El
dandy debe vivir y morir ante el espejo.» Charles Baudelaire.
3.
La femme fatale.
El cliché de la mujer fatal que seduce para
destruir se va afianzando en la literature y las artes plásticas. La femme
fatale para los pintores simbolistas aparece con una larga cabellera, mirada
lánguida y elementos exóticos que refuerzan su sensualidad.
Baudelaire apunta el estilo de
vida de los finalmente llamados Poetas Malditos en su texto Embriagaos.
“Hay que
estar siempre ebrio. Todo se reduce a eso; es la única cuestión. Para no sentir
el horrible peso del Tiempo, que os destroza los hombros doblegándoos hacia el
suelo, debéis embriagaros sin cesar.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como os plazca. Pero embriagaos.
Y si alguna vez os despertáis en la escalinata de un palacio, tumbados sobre la hierba verde de una cuneta o en la lóbrega soledad de vuestro cuarto, menguada o disipada ya la embriaguez, preguntadle al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, canta o habla, preguntad qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj os contestarán: «¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como os plazca.»
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como os plazca. Pero embriagaos.
Y si alguna vez os despertáis en la escalinata de un palacio, tumbados sobre la hierba verde de una cuneta o en la lóbrega soledad de vuestro cuarto, menguada o disipada ya la embriaguez, preguntadle al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, canta o habla, preguntad qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj os contestarán: «¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como os plazca.»
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