miércoles, 10 de marzo de 2021

CÁPSULAS LITERARIAS: El placer de los extraños, Irene Vallejo


 

Ciertas personas dedicamos muchas horas de nuestra vida al placer desenfrenado. Lo hacemos tumbadas, sentadas, acostadas, ovilladas. En la cama, claro, pero también en otros lugares. A veces boca abajo, a veces boca arriba. Una voz nos susurra al oído y de pronto se esfuma el mundo que nos rodea. Entonces empieza el pausado ritual de las caricias: las manos acarician las páginas del libro; los ojos, las filas de letras. En algunos instantes gloriosos, leer roza la felicidad. 

¿Qué secuelas provoca el vicio inconfesable de la lectura? El filósofo Richard Rorty piensa que nos cambia la mente de forma irreversible. Desarrollamos una anomalía llamada “ojos interiores”. Descubrir a los personajes de una historia se parece a conocer a gente nueva, comprendiendo su carácter y sus razones. Cuanto más diferentes son esos personajes, más nos amplían el horizonte y enriquecen nuestro universo. Según Rorty, la literatura no cambia solo el contenido de nuestros pensamientos, sino también el continente. No lo que percibimos, sino el aparato mismo de percepción: la literatura nos ayuda a construir una nueva capacidad de comunicación con seres diferentes. Gracias a los libros, habitamos en la piel de otros, acariciamos sus cuerpos y nos hundimos en su mirada. Y en un mundo narcisista y ególatra, lo mejor que le puede pasar a uno, es ser todos.