Como hemos comentado, el Cantar de Roldán generó varios romances en nuestro Romancero viejo. Vamos a comparar los siguientes textos:
1. ¿Qué momento se cuenta en ambos textos?
2. Establece semejanzas y diferencias temáticas entre ambos.
3. Identifica en el Romance de doña Alda recursos literarios basados en la repetición.
Cantar de Roldán (vv. 3705-3721)
Llegó el emperador de su empresa en España
y ya se encuentra en Aix, la capital de Francia.
Ha subido al palacio, ha llegado a la sala,
y allí se acerca Alda, una bella doncella:
«¿Dónde está Roldán —dice—, ese capitán vuestro 5
que me había
jurado tomarme por esposa?»
Carlos siente dolor y una gran pesadumbre;
llorando está muy triste, tirando de su barba:
«Hermana, cara amiga, un muerto me demandas.
Mas yo te daré a cambio otro que tanto valga: 10
hablo de
Ludovico, no encuentro otro mejor.
Pues hijo mío es, y heredará mis marcas».
Pero Alda no responde: «No entiendo ese lenguaje.
¡No lo permita Dios, ni sus santos ni ángeles,
que después de Roldán yo permanezca viva!» 15
El color ha
perdido, cae a los pies de Carlos
y muere de repente. ¡Que Dios acoja su alma!
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Romance de doña Alda
En París está doña Alda,
la esposa de
don Roldán,
para bien la
acompañar:
todas visten un vestido,
todas calzan
un calzar,
todas comen a una mesa,
todas comían
de un pan.
Las ciento hilaban el oro,
las ciento
tejen cendal,
ciento tañen
instrumentos
para a doña
Alda alegrar.
Al son de los instrumentos
doña Alda
adormido se ha,
ensoñado había
un sueño,
un sueño de
gran pesar.
Despertó despavorida
con un dolor
sin igual,
los gritos daba tan grandes
se oían en la
ciudad.
—¿Qué es
aquesto, mi señora,
qué es el que
os hizo mal?
—Un sueño
soñé, doncellas,
que me ha dado gran pesar:
que me ha dado gran pesar:
que me veía en
un monte
en un desierto
lugar;
y de so los montes altos
un azor vide
volar,
tras dél viene una aguililla
que lo
ahincaba muy mal.
El azor con
grande cuita
metióse so mi
brial,
el águila con gran ira,
de allí lo iba a sacar;
con las uñas lo despluma,
con el pico lo deshace.
Allí habló su camarera,
bien oiréis lo que dirá:
—Aquese sueño, señora,
bien os lo entiendo soltar:
el azor es
vuestro esposo
que de España viene ya;
el águila sodes vos,
con la cual ha de casar,
y aquel monte era la iglesia –
donde os han de velar.
—Si es así, mi camarera,
bien te lo entiendo pagar.
Otro día, de mañana
cartas de
lejos le traen;
tintas venían
de fuera,
de dentro escritas con sangre,
que su Roldán era muerto
en la caza de Roncesvalles.
Cuando tal oyó
doña Alda
muerta en el suelo se cae.
Flor nueva de romances viejos, Espasa Calpe